Helene combinó una serie de factores que la convirtieron en una tormenta casi “perfecta” y altamente destructiva. Con un tamaño imponente de 350 millas de ancho, vientos que alcanzaron las 140 millas por hora al tocar tierra en Florida, intensas lluvias y una velocidad notable, causó devastación en gran parte del sureste de Estados Unidos.
El lunes, la cifra de muertos por el huracán Helene en Estados Unidos ascendía a 130, mientras que las autoridades temían que otras 600 personas, actualmente desaparecidas, también hubieran perdido la vida. La asesora de Seguridad Nacional, Liz Sherwood-Randall, indicó que esas 600 personas podrían estar en paradero desconocido o haber fallecido.
Helene dejó una estela de destrucción desde Tampa, en Florida, hasta Asheville, en Carolina del Norte. La tormenta tocó tierra el jueves por la noche en una región de la costa del Big Bend, Florida, con vastas áreas de pinos y marismas sin desarrollar, pero rápidamente mostró su poder destructivo a cientos de millas de distancia.
Al menos 132 muertes en seis estados del sureste han sido atribuidas a la tormenta, según AP. Este número creció el lunes, a medida que se tenía una imagen más clara de los daños que Helene infligió, desde la costa del golfo de Florida hasta los Montes Apalaches en Virginia.
La bahía de Tampa sufrió una marejada ciclónica que inundó viviendas hasta los áticos. Atlanta registró más de 11 pulgadas de lluvia en un período de 48 horas, un récord histórico. En Carolina del Sur, tantos árboles fueron derribados que más del 40% del estado quedó sin electricidad. En Carolina del Norte, represas estuvieron en riesgo de colapso y comunidades enteras quedaron aisladas por las inundaciones. En Tennessee, el agua sumergió un hospital tan rápido que más de 50 personas tuvieron que ser rescatadas del techo por helicópteros.
Las autoridades advierten que la reconstrucción de viviendas, propiedades e infraestructura será un proceso largo y difícil.